El 20 de mayo de 2018, las Naciones Unidas declararon el Día Internacional de las Abejas, con el fin de concientizar sobre las amenazas causadas por las actividades humanas a esta especie y otros polinizadores, como las mariposas, murciélagos, escarabajos, roedores y colibríes.
Las abejas son uno de los grupos más comunes de insectos, pero de gran importancia ecológica, gracias a sus hábitos alimenticios. Se alimentan de néctar y granos de polen que recolectan en las flores.
Las abejas (y otros polinizadores), suelen transportar de flor en flor los granos de polen que se adhieren a su cuerpo. A este proceso se le conoce como “polinización” y es fundamental para la reproducción de las plantas, dando como resultado la producción de frutos y semillas.
Lo atractivo del polen y el néctar, es que ofrecen aminoácidos, grasas y azúcares, como glucosa, fructosa y sacarosa, que son fuentes importantes en la alimentación e hidratación de los polinizadores, como las abejas.
De acuerdo a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, el 80% de las plantas con flor necesitan ser polinizadas para que se generen frutos y semillas.
A nivel mundial, cerca del 35% de la producción agrícola y 87 de los principales cultivos alimentarios del mundo, así como de muchos medicamentos derivados de plantas, se deben a la labor de las abejas y otros polinizadores.
Estos datos nos hacen pensar sobre la gran importancia de las abejas para la humanidad. Si estos insectos llegaran a desaparecer, se provocaría una auténtica crisis alimentaria.