Quizá haya escuchado alguna vez que nuestro cerebro y nuestro intestino están conectados, el eje intestino-cerebro describe un concepto fisiológico que integra todas las señales neuronales, endocrinas, nutricionales, e inmunológicas entre un sistema y otro, sabemos la importancia de la microbiota intestinal para que el aparato digestivo funcione correctamente.
Sin embargo, es ahora cuando comenzamos a descubrir las relaciones entre el sistema nervioso central y el gastrointestinal, así lo menciona Scott C. Anderson en el libro “La revolución Psicobiótica” 2017.
En el artículo “¿Qué son los Psicobióticos y cómo influyen en nuestro estado de ánimo?” (2022) el Dr. Andreu Fernández menciona que ciertas enfermedades neurológicas y del comportamiento se han asociado a un aumento de la permeabilidad intestinal y al paso de compuestos inflamatorios y neuromoduladores al torrente sanguíneo y de ahí a nuestro cerebro.
¿Qué son los psicobióticos?
El término de psicobióticos fue usado en 2013 por un grupo de investigadores del centro alimentario de Cork en Irlanda lo definieron como “un organismo vivo que cuando se administra en cantidades adecuadas producen un beneficio para la salud de los pacientes con enfermedades Psiquiátricas.”
Por lo tanto, los Psicobióticos debido a sus propiedades influirían directamente en esa comunicación bidireccional entre el cerebro y el intestino.
¿Cómo mandarían estos microorganismos mensajes al cerebro?
Se mencionan tres grandes líneas de acción:
Cada psicobiótico al igual que los probióticos tiene un nombre y un apellido que le otorgan características concretas, códigos, números y letras que llamamos cepas, las cepas psicobióticas más relacionadas con la salud mental son las pertenecientes al género Lactobacillus, Bifidobacterium, Lactococcus, y Streptococcus. Estos los puedes encontrar en alimentos lácteo fermentados.